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P. Vallarta al límite: urbanista denuncia décadas de improvisación y silencio oficial
-Óscar Morán Guillen, arquitecto y urbanista, lanza una crítica frontal a la ausencia de visión urbana en Puerto Vallarta, señalando décadas de improvisación, opacidad gubernamental y desdén por la participación ciudadana
-La ciudad, afirma, enfrenta una crisis que ya no puede tratarse en silencio
Puerto Vallarta atraviesa un punto de quiebre. Así lo advierte el arquitecto y urbanista Óscar Morán Guillen, quien denuncia una falta estructural de planeación urbana y una cultura institucional que ha privilegiado el silencio frente a los problemas, con tal de no incomodar a la industria turística.
“La olla reventó”, afirma Morán, al referirse a las recientes manifestaciones ciudadanas que, en semanas recientes, han tomado las calles del municipio.
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La inconformidad social se ha desbordado por una serie de temas acumulados: aumentos de impuestos, instalación de parquímetros, fallas en el sistema de agua potable y drenaje, y una evidente falta de transparencia en la toma de decisiones.
Para el urbanista, estos conflictos no son nuevos. Lo que sí ha cambiado es la disposición de la ciudadanía a mantenerse callada.
“Durante décadas, se evitó llamar a Puerto Vallarta una ciudad. Se le llamaba ‘Destino’. Como si la sola palabra justificara no pensar a largo plazo”, señala.
Esa lógica, explica, derivó en una política pública reactiva, sin proyecto de ciudad, sin planeación seria, y con una administración dominada por “burócratas de carrera” cuyo enfoque se limita a regular licencias de construcción.
Morán critica la parálisis en instrumentos clave como los Planes Parciales de Desarrollo y la inactividad de los Consejos de Consulta, que —según él— han sido dejados de lado sin justificación.
“No se convoca a la comunidad ni a los consejos. No hay espacios de diálogo reales. Solo hay eventos, discursos y ceremonias de cortes de listón”, afirma.
Una de las principales preocupaciones del arquitecto radica en la falta de una instancia efectiva de planeación urbana.
“No tenemos una dependencia que esté activamente haciendo el trabajo de planificar. Y rara vez vemos urbanistas involucrados en los procesos”, lamenta.
Desde el Consejo Ciudadano del Centro Histórico, relata, se ha solicitado acceso a los proyectos turísticos que elabora el gobierno estatal, sin respuesta por parte del Ayuntamiento.
“Ni las cámaras empresariales, ni los expertos, ni la sociedad civil organizada han logrado cruzar la coraza de un gobierno hermético. Sí con voceros, pero con pocos canales reales de diálogo”, asegura.
La narrativa oficial advierte, intenta presentar una imagen de diálogo y apertura, pero los hechos —dice— cuentan otra historia: sesiones de Cabildo iniciadas con retraso, puertas cerradas con candado, desatención a desplegados en prensa y evasión sistemática a los llamados de la ciudadanía.
“Estamos cansados del juego de la retórica. Tomar el micrófono para soltar discursos no es dialogar. Para eso hay que saber escuchar y dejarse ayudar”, sentencia Morán.
La crítica del urbanista no se queda en lo técnico. Apunta a una transformación más profunda: una ciudadanía que empieza a cambiar su manera de entender el espacio urbano y su derecho a participar en él.
“Ya no vamos a tratar los temas de forma silenciosa. Ya no se va a callar nadie por miedo a espantar al turismo. La ciudad nos ha rebasado, y es urgente construir una visión urbana con todos”.
Morán hace un llamado claro: abrir los procesos, escuchar las voces expertas y ciudadanas, y construir colectivamente el futuro urbano de Puerto Vallarta. Porque, como concluye, “esto ya no se trata de defender un destino turístico, sino de construir una ciudad para quienes la habitan todos los días”.