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Filman en Mascota “La Arriera” de Isabel Cristina Fregoso
Son los años treinta del siglo pasado, y en el sur de Jalisco se están consolidando símbolos emblemáticos del estado, como la charrería o el mariachi. Pero también se revelan identidades y pasiones que antes habían estado ocultas
Con La arriera, Isabel Cristina Fregoso crea un puente entre el cine popular anterior a la Época de Oro y las preocupaciones contemporáneas queer. Cine de aventuras y de la diversidad identitaria, que busca a un público ávido de emociones, pero también de reflexión y empatía. Un cine jalisciense que mira a su propio estado y desde ahí propone temas universales.
La arriera compite en tres secciones del 39° Festival internacional de Cine en Guadalajara: Premio Mezcal, Premio Maguey y Hecho en Jalisco. Isabel Cristina Fregoso nos platicó sobre esta historia de aventuras, autorreconocimiento y recreación de una tradición que se proyecta a todo el país.
Escribes La arriera con Alfonso Suárez, una historia de identidades diversas, pero también es una historia de época. ¿Cómo empezaron a concebir este proyecto?
Mi familia es de Jalisco, del pueblo de Mascota que está en la sierra del sur, en la costa de Jalisco. Tengo orígenes campesinos: mi abuelo era arriero, mi abuelita era de Nayarit pero se vino a vivir con él. Me interesó profundizar en el personaje del arriero que viajaba por toda la sierra en la noche, con el aullido de los lobos, el fuego, con la melancolía por esa vida. Ahí está mi linaje paterno, con esa melancolía tatuada. Y también, siempre me han interesado las historias de mujeres. Ahí pensé que tendría que construir la historia de una arriera, con ese despertar sexual que no nombramos muchas veces. Y ahí se da la historia, a partir del personaje principal, Emilia, una niña adoptada de la comunidad waxarika.
La arriera me remite al cine temprano de la Época de Oro, pienso en Allá en el rancho grande de los años treinta; y por otro lado al tema de la diversidad sexual, que siempre ha existido pero hasta ahora se aborda, lo que también hace la película muy contemporánea.
Esa es la idea. No sé si sepas, pero Esther Fernández era de Mascota, de hecho hay un museo de ella, con el vestido que usó en Allá en el rancho grande; es todo un icono de nuestra cultura local.
A mí me inspiró hablar de estas historias calladas que se se mantienen guardadas en la intimidad. En el rancho hay una narrativa muy interesante de vivir y tener este amor.
En el reparto distinguí a Damayanti Quintanar y Mayra Batalla, pero también cuentas con gente nueva como Andrea Aldana, Ale Cosío o Luis Vegas, quienes conforman la parte central de la historia.
No queríamos traer un rostro conocido en una historia del campo. El casting pedía saber montar a caballo, ordeñar, hacer varias cosas de campo. Hicimos un casting exhaustivo en la Ciudad de México y Guadalajara, y finalmente aparecieron los personajes. Andrea inundó la sala del casting y también Ale, hacen un contraste muy bonito las dos. Yo creo que los personajes habitan en los actores, y así llega a ese actor y trae en sí la historia y su complejidad. Andrea me encantó porque tiene el rostro indígena que buscaba. Su madre es wixárika, entonces debía tener esas características.
A Martín lo hace Luis Vegas. Él es venezolano. Mágicamente me mostró una foto de chiquito, vestido de ranchero con su tejana y su caballito.
El cine de época pide un diseño de producción y vestuarios específicos. Debe haber sido un trabajo interesante hacer la búsqueda de objetos, ropa, escenarios, en Jalisco.
La primera parte de la película ocurre en el rancho. La casa es de 1895, y es una casa sencilla. Las cercas son de piedra y campesinas. El vestuario lo hizo Lupita Peckinpah y le encanta la época, también el tema de los caballos. Con la fotógrafa Sarasvati Herrera hicieron una propuesta de las paletas de color, todo muy cuidado. En Mascota la tradición no se ha movido tanto en los pueblos, esto permitía usar algunas cosas, con una investigación ardua con fotos del INAH, de los habitantes de Mascota y de San Sebastián del Oeste. Visitamos varios pueblos por los que pasa el personaje, cada uno más antiguo y más conservado que el otro.
En San Sebastián, las escenas con Inés, el personaje que hace Mayra Batalla, lo hicimos es una casa que se llama El Pabellón en San Sebastián del Oeste, un lugar donde se pagaba la raya a los mineros. Todo esto ayudó bastante. Además, filmamos en pandemia, lo que nos ayudó en cierta medida, porque se hizo un rodaje aislado.
Estrenas en el festival de Guadalajara y eso tiene resonancias, le mostrarás tu película a gente del estado que se verán a sí mismos.
Me llena de emoción porque es donde la familia más cercana va a calificar el tema, porque los personajes están con los nombres de mis abuelos. El personaje principal se llama como mi abuela, Jesús también es un personaje que aparece y es el nombre de mi abuelo. Espero haberlos representado bien y que salgan contentos.
La película es una historia de crecimiento, un personaje solitario que va atravesando historias de otros, también personajes solitarios. Podría está peligroso el asunto con el público también, porque todo aquello del Ay Jalisco, no te rajes no es gratuito, pero a ver cómo nos va, para bien y para mal.
FUENTE: IMCINE