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Última cena, la parodia olímpica que causó revuelo en París 2024

By on 5 agosto, 2024 0 137 Views

El mismo Gobierno de Francia ha salido a dar explicaciones ante la indignación de algunas personas en el mundo.

La inauguración de los Juegos Olímpicos de París pasará a la historia por muchos elementos que marcaron la diferencia respecto a la forma en la que este tipo de eventos se venían realizando, empezando porque fue la primera vez que no se hizo dentro de un estadio. No obstante, también por la polémica que generaron varias escenas, entre esas una que para muchos fue vista como una ofensa al cristianismo.

Más allá del recorrido histórico, la representación decapitada de María Antonieta (símbolo de la Revolución Francesa) o que contó con la participación de grandes artistas como Celine Dion y Lady Gaga; la ceremonia que dio apertura a la cita olímpica fue objeto de críticas por un acto protagonizado por el cantante Philippe Katerine.

En esta escena, Katerine, quien también es comediante, aparece sobre una mesa, pintado todo de azul y con apenas un calzón blanco, rodeado de artistas drag queens, en una imagen que para muchos hizo referencia al cuadro de la Última Cena, pintado por Leonardo Da Vinci entre 1494 y 1498 y que es un símbolo fuerte del cristianismo.

Las críticas por esto llegaron a tal punto, que la organización de los Juegos Olímpicos París 2024 se disculpó públicamente por la representación artística de un cuadro titulado ‘Fiesta’ -que fue asemejado al de ‘La Última Cena’- en la inauguración de las justas olímpicas el pasado viernes, en la que se vieron a los bailarines ‘drag queens’ escenificando la obra.

¿Es o no es?

Si bien todo al parecer quedó zanjado con estas disculpas, muchas personas también han defendido la representación, alegando que no se trata de la obra de Da Vinci, sino del ‘Festín de los Dioses’ de Giovanni Bellini y que la figura principal por Philippe Katerine era el dios Dionisio, patrono de las fiestas y bacanales.

La Universidad de los Andes profundizó en este debate y consultó a varios expertos en arte para conocer sus percepciones, dejando claro en primer lugar que el mismo director artístico de la ceremonia, Thomas Jolly, explicó que la actuación no buscaba emular ninguna imagen religiosa.

En su lugar, se inspiró en las celebraciones paganas vinculadas a los dioses del Olimpo, en particular a Dionisio, el dios griego del vino y los placeres, también conocido como Baco en la mitología romana, tal y como lo representó el cantante Philippe Katerine. Dionisio es además considerado el padre de Secuana, la diosa que personifica el río Sena, que atraviesa París”, explicaron.

En este sentido citan a Darío Velandia Onofre, Ph. D. en Historia del Arte de la Universidad de Barcelona, quien destacó que no es sorprendente que algunos se confundieran con el performance, ya que incluía elementos iconográficos, como un personaje central con una aureola, que podrían haber sido interpretados como referencias a ‘La Última Cena’.

“La diferencia en la percepción de ‘La Última Cena’ frente al ‘Festín de los Dioses’ de Giovanni Bellini ―una obra renacentista que representa un banquete de los dioses— pone de manifiesto el predominio de las interpretaciones religiosas en la cultura global”, dijo este experto, para quien “se conoce más a la primera que a la segunda”.

Entre tanto, Omar Rincón, crítico cultural, comentó que “la obra de Da Vinci es una imagen icónica reconocida mundialmente, mientras que el Festín de los Dioses no tiene una referencia universal, lo que refleja la preeminencia de lo religioso o católico en las interpretaciones culturales o literarias”.

Algunos usuarios de las redes sociales calificaron la actuación como vergonzosa, indignante o aberrante. Incluso, la DJ francesa Barbara Butch fue objeto de un violento ciberacoso, catalogado por Audrey Msellati, abogada de la artista, como antisemita, homófobo, sexista y gordófobo, a través de su cuenta de Instagram”, dijo la Universidad.

En este sentido, Omar Rincón agregó que “no veo problema en tener prejuicios respecto a referencias culturales, siempre y cuando tengamos la posibilidad de discutirlos, cuestionarlos y ampliarlos, como lo que pasa con Colombia, que es constantemente señalada como ‘NarColombia’”.

Rincón, profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), concluyó que el prejuicio es una forma natural en la que los seres humanos funcionan y, a partir de ello, actúan. Los prejuicios se construyen y difunden a través de las redes digitales, los medios de comunicación y la literatura occidental, lo que implica que “necesitamos expandir, diversificar, contextualizar y debatir estos prejuicios para enriquecer nuestra comprensión cultural”, sostiene.

FUENTE: PORTAFOLIO

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